lunes, 22 de octubre de 2012

Cuando no estás, Ana Torroja

Si pudiera abrazarte
cuando te echo de menos
si tuviera un instante de ti
llenaria el vacio
que me duele por dentro, amor
si tuviera un instante de ti
y si fuera verdad
que la distancia es el olvido
abandonar
dime entonces porqué
porqué suspiro con cada latido
cuando no estás
cuando no estás
si pudiera traerte
con la ayuda del viento
si tuviera un instante de ti
calmaría el deseo
que me quema por dentro, amor
bastaría un instante de ti
y si fuera verdad
que la distancia es el olvido
abandonar
dime entonces porqué
porque suspiro con cada latido
cuando no estas
cuando no estas.

Vuelo, Miguel Hernández

Vuelo

Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar ... Pero, ¿quién ama? Volar ... Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otro como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.



Miguel Hernández

Historia de la sidra


La sidra es el producto de la fermentación del mosto natural de la manzana de sidra que contiene exclusivamente gas carbónico endógeno y que tiene una graduación alcohólica mínima de 4.5 grados.

Con un origen que algunos estudiosos suponen en Egipto y Grecia, la antecesora de la actual sidra asturiana se sitúa en el Zytho que los astures elaboraban probablemente a partir de cereales y frutos, y que el geógrafo Amasia ya mencionó 60 años antes de Cristo. Derivado de un término hebreo que pasó al griego como sikera y luego al latín como sicera, el actual vocablo "sidra" derivó de la sidsra del asturiano medieval. En un origen designaba toda bebida alcohólica diferente del vino, pero luego se distinguieron otros como la kervesia (origen de la cerveza), la perada (licor de pera) o la sidra actual, que se produce por la fermentación total o parcial del mosto de manzana.
El uso del mosto de manzana debe remontarse a la antigüedad prehistórica; el de la sidra debió ser posterior ya que parece ser que en aquellas épocas las manzanas no tenían azúcar suficiente para que su mosto fuera utilizado en la producción de bebidas fermentadas
Es prácticamente imposible disociar la relación que existe entre la manzana y su producto fermentado la sidra; de la propia historia del Principado de Asturias. Una y otra forman un todo, un conjunto inseparable. Se tiene constancia ya, de remotísimos tiempos de la existencia de "bebidas embriagadoras" como los egipcios las denominaban, aunque en principio ellos utilizaban peras en la fermentación alcohólica. Otros pueblos, celtas, hebreos, romanos, griegos dejaron muestras del uso y costumbres de la época en cuanto al consumo de la sidra. Diversos estudios atestiguan como la primera referencia de la palabra sidra del griego "sikera". Los romanos utilizaban la palabra "pomus", para referirse a los árboles con manzanas. El testimonio más antiguo del que constan diversas pruebas escritas citan la palabra sidra, en el año 60 AC cuando Estrabón se refiere a la palabra "zytho" como una bebida fermentada de manzanas. 

Plinio (23-79 d.c.) habla de bebidas hechas con peras y manzanas "e piris malorunque omnibus generibus", cita el vino de manzana y dice que "…es la bebida típica del territorio…"; Estrabón, unos sesenta años antes de Cristo, escribe que los astures también usan sidra, pues tienen poco vino "zytho etiam utuntur, vini parum habent"; Palladius nos enseña que en el siglo III los romanos preparaban vino de peras e incluso da detalles de su fabricación.
Ya en la Alta Edad Media, en los siglos VIII y IX disponemos de bastantes documentos que nombran la sidra y las pomaradas:
  • El 25-11-781 en el acta de fundación del monasterio de San Vicente, que posteriormente daría origen a la ciudad de Oviedo, se nombran los pomares que acompañan a dicha fundación.
  • En los testamentos de Fakilo alrededor del año 793, y en el del Obispo de Braga del año 863 se hace referencia a las pomaradas en Asturias que ambos donan.
  • El 26 de Mayo del año 950, Nonnina con heredad en la villa de Pando, dona esta, a cambio de una capa, una manta, granos, sidra y carne.
  • También una hija bastarda de Alfonso VII manda que se proporcione a los canónigos de Oviedo sidra en abundancia por motivo de un aniversario.
En la época visigótica había una bebida popular que respondía al nombre de sicer y que, en cierto modo, podría acercarse a la versión moderna. El término sidra, manifestado en su antigua acepción de sizra, aparece por primera vez en la literatura castellana en la obra de Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos, escrita en el sigo XIII.
Es probable que Berceo y Las Partidas se refieran ya a una bebida semejante a la asturiana, mientras que documentos anteriores, especialmente los bíblicos, engloben bajo la misma denominación otro tipo de bebidas fermentadas. En el siglo XIV ya tenemos referencias documentales sobre la importancia de la sidra y sus efectos. Lo que sí parece probado es que en Asturias, a partir del siglo VIII la sidra era sobradamente conocida y consumida.
En la Baja Edad Media, durante los siglos XII y XIII la explotación del manzano se convierte en la mayor riqueza arborícola de Asturias.
  • El fuero de Avilés (año 1115) dice: "toth omne, qui pane aut sicere aver vender, vendalo", a los que se les pueda ofrecer sidra y pan, hágase.
  • En el año 1280 el testamento de Anas Petrus dice que se dé por su alma 20 soldadas de pan y sidra.
Mientras que en la Edad Moderna no se consume mucha sidra puesto que no se cultivaban apenas pomaradas, debido a la escasez de alimentos que prioritizaba otros cultivos de primera necesidad, si que está presente en las fiestas celebradas a lo largo de esos años en Asturias.
  • En 1622 Luís de Valdés (Avilés) escribe: "…Hácese mucha sidra de manzana y hay hombre que hace cien pipas de sidra, que en Castilla llaman vino de manzanos y cada pipa hace cerca de cuarenta cantaras, cada cantara ocho de azumbre. Vale esta sidra a 16 maravedies la azumbre. Una es dulce como la miel, otra tira a vino y algunos no sienten con ella la falta de vino…"
  • En el año 1635 el P. Maestro Gil González Dávila escribe en su Teatro Eclesiástico de la Santa Iglesia de Oviedo: "…Abunda de peras, manzanas, de que se hace la sidra…"
 
No fue hasta finales del siglo XVIII que la producción de sidra y su consumo pudo generalizarse a causa de la mejora económica de la región. El espectacular aumento del consumo introdujo también algunos cambios en las técnicas productivas, debido a que los manzanos de sidra apenas producen fruta los años pares. La expansión del manzano se vio favorecida por la subida del precio de la sidra, a la par que tuvo un destacado papel la recién creada Sociedad de Amigos del País de Asturias, que daba a conocer entre los campesinos nuevos métodos de cultivo. Testimonio de este crecimiento son las más de 6.000 pipas de sidra que se cosechaban en Villaviciosa, cantidad para la que sin duda fueron decisivos los consejos que desde la parroquia de San Juan de Amandi perteneciente a este concejo diera don José Antonio Caunedo Cuenllas (1725-1802).
En el siglo XVIII el consumo se dispara gracias al resurgimiento de la economía asturiana. Como ejemplo tenemos una carta de nuestro Ilustrado más célebre, Jovellanos (1744-1811) que en el punto 33 dice: "…tal es la manzana de que se hace excelente sidra…” También escribe Jovellanos: “…las huertas de naranja de Asturias y aún muchos prados y heredades se convirtieron en pomaradas por el aumento de los precios de la sidra…"
En 1785 el párroco de Amandi, Antonio Cauredo Cuenlles escribió a León con curiosas instrucciones sobre la elaboración de la sidra, entre ellas la de mezcla de varias especies de manzanas para conseguir una buena sidra. También comenta: "…siendo la delicadez de la fruta de Villaviciosa la que hace que nuestros mostos sean superiores a los de Vizcaya o Inglaterra…"

La exportación experimentó un nuevo auge en el siglo XIX a consecuencia de la masiva emigración hacia América de los jóvenes asturianos, haciendo aparición la variedad denominada Sidra Achampanada. Otro nuevo condicionante del consumo fue la aparición de una clase social de trabajadores industriales que desvincularon la bebida de las fiestas para convertirla en un producto de uso cotidiano.
Todavía en el siglo XIX se mantenía la costumbre de beber la sidra en jarras de barro, pero a principios del XIX se comienza a embotellar en envases de vidrio y a servirla en vasos cada vez más finos.
Ya en el siglo XIX se comenzaron a elaborar otros productos como vinagre o coñac y la famosa sidra achampanada.
Dice Palacio Valdés (1853-1938):…"con las manzanas en un montón había que esperar para que se asentaran mientras se limpiaba el llagar, se revisaban prensa, huso, toneles y barricas para pisarlas y comenzar la fabricación de la sidra…".

Es interesante observar cómo ya en este momento la sidra se había convertido en una bebida de fuerte implantación popular. Tal implantación irá en aumento: buen ejemplo lo tenemos en el afianzamiento, desde comienzos del siglo XIX, de la costumbre de las espichas.
Finalmente podemos decir sin temor a equivocarnos que ya en el siglo XX el consumo de sidra se consolida. 


Respecto a los primeros testimonios de la sidra en el Principado, existe un sector generalizado y dominante de estudiosos de la materia que consideran como significativo el texto del geógrafo Estrabón, datado sesenta años antes de Cristo, que dice: “zytho etiam utuntur, vini parum habent”. Así, Carmen Fernández Ochoa, directora de excavaciones arqueológicas del Xixón romanu, escribe: “… ya antes de los romanos la sidra constituía bebida común entre los habitantes de Asturias. No poseemos datos seguros al respecto, pero la escasez de vino, empleado únicamente en festines familiares al decir de Estrabón, y la escasez de la cebada, así como la referencia de Plinio de manzanas, serían argumentos a favor de la elaboración ancestral de esta bebida típica de la región que llega hasta nuestros días”.
Además, apoyando las consideraciones anteriores, son varios los autores que sostienen que hebreos, egipcios y griegos conocían la sidra, lo que apoya la teoría de que los astures elaboraban sidra previamente a la invasión romana. Máxime si enmarcamos dicha práctica en el contexto socioeconómico de los pobladores de la región del Arco Atlántico, enraizados en los ritos y mitos de la cultura celta y, por tanto, dotando a la manzana de una significación mágica.
A lo largo de la Edad Media, son abundantes cronológica y geográficamente los testimonios que dan cuenta de la elaboración de sidra en Asturias, tal y como ya reseñamos en el epígrafe anterior respecto de la manzana. Así, las alusiones a pumares, pomifera, pomares, sicera, sidra y otros vocablos relacionados, son constantes, abundando dichas menciones en documentos fundacionales de monasterios y abadías, en fueros, donaciones, testamentos y, a partir del siglo XI, en los contratos de mamposteria o mampostura.
Ya en la Edad Moderna, Jovellanos en varios de sus escritos documenta los principales hábitos de consumo de los asturianos, mencionando la obligada presencia de nuestra bebida regional en romerías y fiestas populares, además del importante consumo casero en el entorno rural, si bien, se señala la desesperante situación económica vivida en el entorno rural como principal freno al consumo de sidra.
A lo largo del siglo XIX, el mercado de la  sidra queda condicionado por dos fenómenos que modifican socialmente a  Asturias: la emigración  a tierras americanas y la evolución de la población asturiana hacia el interior de la región.  El incremento demográfico en torno a núcleos comerciales e industriales origina un consumidor urbano-industrial frente al rural, variando sensiblemente los hábitos y las situaciones del consumo. Por otro lado, la emigración da lugar a la aparición de un importante mercado en América. Data de este periodo la aparición de la primera industria de sidra “champagne”, siendo Tomás Zarracina el pionero, creando en Gijón en el año 1857 la empresa Industrial Zarracina. Esta nueva sidra se obtenía por carbonatación de la sidra tradicional  y la palabra “champagne” se asocia con la efervescencia típica de este producto. Posteriormente serían varios los industriales sidreros que secundarían la iniciativa, fundando nuevas instalaciones orientadas a la elaboración de este nuevo producto que gozó siempre del aprecio de los consumidores del continente americano.
La expansión por los mercados nacionales e internacionales, populariza el producto fuera de nuestra región, y vincula fuertemente el nombre de Asturias con el de Sidra.
La producción de sidra alcanza en Asturias a finales del XIX un promedio anual de 25.313.860 litros, según Félix Aramburu y Zuloaga, dato que muestra inequívocamente la importante dimensión del sector.
La expansión por los mercados nacionales e internacionales, populariza el producto fuera de nuestra región, y vincula fuertemente el nombre de Asturias con el de Sidra.
A comienzos de 2001, la superficie de cultivo  dedicado en Asturias  al manzano era de 6.700 has, de ellas 6.500 se encontraban ocupadas por variedades destinadas a la elaboración de sidra y sidra natural. Asturias es la primera región española productora de sidra. También se produce sidra en Galicia, País Vasco y Navarra, pero el 80% de la producción nacional tiene su origen en Asturias.
La zona de producción de la sidra amparada por la Denominación de Origen Protegida, coincide con la totalidad del Principado de Asturias. Asturias es la cuarta productora europea de sidra, detrás de Inglaterra, Irlanda y Francia. El sector de la sidra ocupa un tercer lugar, en grado de importancia según facturación, del sector agroalimentario asturiano, después del lácteo y el cárnico.


La Sidra natural es producida en los tradicionales lagares, en Asturias el censo del año 2001 habla de 106 lagares con dimensión comercial. En ellos se da una marcada tradición familiar, hasta el punto de que más del 60% de estos lagares ha sido heredado. La forma jurídica más frecuente es la de empresario individual y sólo un 10% adoptan la forma de S.A o S.L. En la Sidra natural, el mercado asturiano representa el 93% del total.
La producción de Sidra, por  su parte, se aglutina en 10 empresas, y estas bodegas representan el 61% de la facturación total del sector.  El mercado nacional absorbe el 80% de la producción, destinándose a la exportación un porcentaje en torno al 12-13%, y consumiéndose el 6-7% restante en nuestra región.
Fuentes: www.sidradeasturias.es
             www.bedri.es

Buzz Aldri y las consecuencias de su viaje a la Luna

El primer ser humano que, junto a Neil Armstrong, puso el pie en la Luna vivió su verdadera odisea en la Tierra. Buzz Aldrin ha contado a Ángela Posada-Swafford las dificultades personales que hubo de superar para convertirse en el brillante defensor de la exploración espacial que es hoy.

 Buzz Aldrin: "La NASA no tuvo en cuenta el impacto emocional de llegar a la Luna.

Las 21 horas y 31 minutos que el astronauta Edwin Buzz Aldrin permaneció en la superficie lunar el 20 de julio de 1969 le trajeron fama y reconocimiento. Pero una vez de regreso a la Tierra, cayó en el alcoholismo y la depresión, se divorció dos veces y trabajó como vendedor de coches mientras buscaba algo que llenara el espacio que le dejó... bueno, el espacio. Ahora tengo frente a mí a un hombre de 79 años, bronceado y en excelente forma física. Tan agudo como en su juventud, despliega una gran actividad en apoyo de la exploración espacial. Me habla sin reservas acerca de su experiencia lunar y terrenal.

“Con frecuencia me he preguntado por qué todo el mundo se siente obligado a decirme dónde estaba en el momento en que Neil Armstrong y yo protagonizamos el primer alunizaje de la historia. En retrospectiva, creo que uno de los logros más tangibles, valiosos y significativos del Apollo 11 fue unir al planeta”, afirma.

No obstante, Buzz siempre ha tenido problemas para poner en palabras la grandeza de ese momento. “La gente quiere saber qué sentí”, dice. “Éramos militares y se suponía que no debíamos expresar nuestras emociones. El corazón me latía a mil por hora, pero a la vez era consciente de que debía guardar la compostura. Lo que experimenté es algo para lo cual me había entrenado innumerables veces. Pretendíamos controlar esos instantes de la manera más calmada posible y desempeñar de la mejor forma la tarea que se nos había encomendado. Aunque suena aburrido, lo que hicimos fue extraordinario. Al volver, quería decir algo profundo en mis discursos, pero yo era un ingeniero, no un poeta. No hallaba las palabras adecuadas”. 


Y sin embargo, su descripción de la Luna como una “magnífica desolación” es una de las más citadas en la literatura de la exploración espacial. Estamos en un simposio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), celebrando el 40 aniversario de la gesta del Apollo 11. Además de formarse como piloto de la Fuerza Aérea en la academia militar de West Point, Aldrin –apodado Buzzer (timbre) por sus hermanas menores– se doctoró en astronáutica por el MIT. Su especialidad eran los encuentros en órbita entre dos naves espaciales. Por eso lo llamaban Dr. Rendezvous –“a veces con respeto y otras con ironía”, recuerda–. Y por eso la revista Life lo describió entonces como “la mejor mente científica en el espacio”.

Hoy, el MIT es un desfile de luminarias de los días lunares. Entre ellos aparecen Neil Armstrong, que vive en su granja de Ohio en reclusión casi total, y Jack Schmitt, del Apollo 17 (1972), un carismático astronauta- geólogo que también fue senador. Pero la gente gravita hacia Buzz, que habla generosamente con todo el mundo blandiendo su nuevo libro. Se llama, precisamente, Magnífica Desolación.

“Como estábamos en la Luna, obviamente nos perdimos el espectáculo en la Tierra”, dice con sorna. “Claro que durante la cuarentena –Aldrin, Armstrong y su compañero Mike Collins estuvieron recluidos en un habitáculo 21 días ante la posibilidad de que portaran agentes patógenos–, el show fuimos nosotros. Parecíamos más una troupe circense que un grupo de exploradores espaciales. Durante ese período descubrí que beber era la mejor forma de celebrar el momento culminante de mi carrera. Así, cuando nadie prestaba atención, yo me agenciaba el whisky que guardaba el médico en su botiquín. Después, recorrimos el mundo durante dos años. Al principio era emocionante y divertido; la gente se agolpaba para vernos. Conocimos al Papa, a reyes y reinas, presidentes, primeros ministros y celebridades; hasta dormimos en la Casa Blanca. Siempre dábamos el mismo discurso. Pero dos años es mucho tiempo descuidando a la familia, un ajetreo agotador. Estábamos deseando regresar para colaborar en las misiones siguientes”.

Era inevitable preguntárselo: sí, le molestó ser el segundo en salir, después de Armstrong. Sobre todo cuando lo presentaban como tal –“ni que Mike y yo fuéramos las comparsas de Elvis”– o cuando se imprimió el famoso sello con la leyenda Primer Hombre en la Luna. “Podrían haber puesto Primeros Hombres. Aparte de ser sumamente competitivo, al igual que cualquier astronauta, siempre pensé que el título de segundo era degradante; en su lugar, la prensa se debería haber referido a mí como miembro de la primera misión en llegar a la Luna. Nadie parecía interesado en preguntarme aspectos de la misión, que aún me encanta recordar. Siempre incidían en lo mismo: si me molestó. Tengo que admitir que ir a la Luna fue más fácil que aquellos dos años de actos públicos. Nos habíamos convertido en la cara visible de la NASA, pero la agencia no prestaba atención a nuestras necesidades psicológicas. No tuvieron en cuenta el impacto emocional que la fama instantánea necesariamente tendría en hombres que habían pasado la mayor parte de sus vidas adultas en la cabina de un avión”.

La realidad se le vino encima a Buzz Aldrin el día que terminó el tour mundial. “¿Y ahora qué?”, escribe en Magnífica Desolación. “¿Qué hace una persona cuando ha logrado el sueño de su carrera? ¿Qué hace un hombre a los 39 años tras haber caminado sobre la Luna? Sabía que nunca repetiría aquello, y en la NASA quedé relegado a ser una especie de embajador. No podía trabajar como astronauta. Por añadidura, el interés público en el espacio comenzaba a evaporarse. Yo ya no estaba sometido a una disciplina, y por primera vez en mi vida, no tenía una meta. Sin darme cuenta, comencé a beber en serio. Eso se sumó a mi depresión crónica; había días en que no encontraba una razón para salir de la cama. Algo en mi interior se estaba resquebrajando”.

En los años 70, el colapso nervioso destrozó su matrimonio, su billetera y su autoestima. Cada vez que algo no salía como esperaba, se sumía en unas melancolías “improductivas”, negándose a todo menos a dejar la botella de Jack Daniel’s. Un ejército de psiquiatras le hizo poco a poco enfrentarse a sus miedos: su abuelo se pegó un tiro en la cabeza y su madre –que increíblemente se llamaba Marion Moon (Luna)– se suicidó con pastillas para dormir. No pudo resistir la fama de su hijo ni las fuerzas destructivas de sus genes. “¿Ahora me toca a mí?”, le preguntó al psiquiatra un día. “¿Está pensando en suicidarse?”, dijo el médico. “No creo”, contestó Aldrin. “¿Cómo lo sabe?”. “No me podría matar porque ni siquiera sería capaz de decidir cómo hacerlo”.

Finalmente dejó la NASA y se unió de nuevo a la Fuerza Aérea, pero su papel como comandante de la escuela de pilotos de prueba de la Base Edwards, en California, terminó con la destrucción de dos jets T-38 –los pilotos sobrevivieron– que volaban sin la supervisión adecuada. “La verdadera razón del fracaso fue que, a comienzos de los 70, admitir que estabas buscando ayuda por padecer alguna enfermedad mental o alcoholismo era una puñalada de muerte a tu carrera militar y un puñetazo a tu vida social”.

Aldrin terminó vendiendo cadillacs en Beverly Hills, aunque prefería hablar con los clientes sobre motores espaciales . “Había tocado fondo”, escribe. “La bebida me tenía atrapado. Dejé a mi segunda esposa, sufrí un accidente de coche, fui arrestado por ebriedad, dejé pasar varias oportunidades de publicar libros y perdí la confianza de las organizaciones con las que trabajaba como consultor. El psicólogo Carl Jung había escrito algo a mi medida: los vuelos espaciales son un simple escape, una fuga, porque es más fácil ir a Marte o a la Luna que conocerse a uno mismo. Soy testigo de ello”. 


A mediados de los 80, el héroe caído levantó cabeza. Logró salir del agujero interviniendo como orador en las sesiones de Alcohólicos Anónimos y escribiendo su primer libro, Regreso a la Tierra. “En cuanto entendí que un héroe también podía ser vulnerable a la depresión y la bebida, que aunque todos me vieran como Supermán no hacía falta que tratara de serlo, comencé a salir adelante. Comprendí que siempre me había visto a mí mismo como el centro del mundo y que, ya fuera por mi fama o por mi inteligencia, la gente me dejaba salirme con la mía. Entonces me vi como lo que realmente era: un tipo normal con problemas, como los de mis compañeros de Alcohólicos Anónimos. Bebí mi última copa en octubre de 1978”.

Usando su propio lema de “Dios, concédenos la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, el valor para cambiar las cosas que podemos cambiar y la sabiduría para ver la diferencia”, se casó nuevamente. Así define a Lois, su actual esposa: “Una pequeña y dinámica rubia platino que me salvó la vida”.

No es coincidencia que el simpático personaje Buzz Lightyear de la película Toy Story fuera bautizado así en su honor, pues ambos comparten la misma pasión sin límites por la exploración espacial. Su cruzada desde entonces ha sido renovar el interés de los norteamericanos por el espacio. Guiado por ese afán, le presentó a la NASA un plan para facilitar los viajes entre la Tierra y la Luna o la Tierra y Marte, una enorme nave espacial –el Aldrin Cycler– que sirviera como línea de autobús entre planetas.

“Esta nave, que tendría capacidad para 50 o más astronautas, viajaría en un perpetuo ciclo orbital entre la Tierra y Marte, recogiendo y dejando pasajeros y objetos con pequeños vehículos. Transportar grupos grandes reduciría los costos de lanzamiento de manera notable. Además, se usarían cohetes reutilizables para el viaje de regreso”. Aldrin tiene otras propuestas para resucitar el interés en la aventura espacial. “He apoyado, y lo sigo haciendo, la idea de llevar artistas, escritores, músicos o poetas fuera de la Tierra, de proporcionarles una experiencia directa. Mi amigo el cantautor John Denver quería ir, y pienso que la NASA perdió una oportunidad de oro cuando se lo negaron. No hay nada como una canción o una película para llegar a la gente”. Por eso mantiene una estrecha amistad con los cineastas James Cameron, Ron Howard y Tom Hanks, todos astronautas frustrados.

Buzz quiere ir más lejos: “Es la gente corriente la que tiene que ir al espacio. La forma de hacerlo es montar una lotería cuyo premio fuera el viaje. Desde hace diez años, mi fundación ShareSpace intenta poner en práctica este proyecto. También creo en lo que están haciendo Burt Rutan y Sir Richard Branson con el lanzamiento del magnífico vehículo suborbital SpaceShipTwo. Involucrar al sector comercial es el camino a las estrellas. Desde que el transbordador comenzó a volar, más de 100 asientos han viajado sin ocupantes. Si hubiéramos imitado a los rusos, vendiendo cada sitio vacío a 20 millones de dólares, nuestro programa espacial habría recaudado más de 2.000 millones de dólares. ¿Y por qué no hacer un reality show, una especie de Operación Astronauta?”

Cuando le pregunto su opinión sobre la dirección que está tomando el programa espacial estadounidense, Aldrin cambia de tono. “Los bandazos en las prioridades de la NASA no son nada nuevo, y siempre resultan delicados. Cualquier cambio de planes que no tenga éxito se traduce en años de retrasos. Por ejemplo, la transición de las misiones Apollo al transbordador espacial. Los viajes a la Luna tuvieron como sucesor al Skylab, una enorme estación orbital. Debimos continuar con eso, en lugar de apostar por algo tan complejo, costoso e insatisfactorio como los transbordadores. Es verdad que han llevado a cabo trabajos importantes, como instalar el telescopio Hubble y construir la Estación Espacial Internacional, pero supusieron un desvío de lo que debe ser la exploración americana del espacio”.

“El diseño de los cohetes Ares I y Ares V, dos vehículos para lanzar tripulación y carga por separado, se aleja del plan original, que era usar los derivados del transbordador”, critica en su último libro. “Me entristece que nuestra nación se haya quedado atrás en la carrera espacial. Llevo años sugiriendo que se retrase el retiro de los transbordadores –la NASA en principio tenía previsto jubilarlos en 2010–, dejando uno en reserva que trabajara en años alternos y manteniendo otro atracado a la Estación Espacial Internacional como parte permanente de la estructura. Hoy en día contamos con la tecnología suficiente para evitar otro parón en la exploración espacial, pero sólo si la NASA se une con empresas aeroespaciales comerciales que actualmente están desarrollando sus propios vehículos”.

En Magnífica Desolación describe la misión lunar con buenas dosis de humor negro. Aldrin, por ejemplo, muestra su inquietud ante el riesgo de que se les cerrara la escotilla del módulo de alunizaje, condenándolos a él y a Armstrong a una lenta agonía. Cuando descubre que es difícil plantar la bandera estadounidense en el suelo lunar, se imagina a millones de personas riéndose de su humillación pública. Y tiene sudores fríos cuando se ve obligado a usar un bolígrafo para encender el interruptor del motor del módulo lunar. “Éramos seres humanos llevando a cabo una tarea muy complicada. Teníamos que improvisar”.

Ese era el gran atractivo de las misiones Apollo: unos treintañeros, con corte de pelo a lo militar, jugándose la vida en un lugar donde nadie había estado antes. Aldrin quiere reactivar ese espíritu. Y lo está probando todo: libros y juguetes para niños, Twitter, canciones de rap... “Creo que la humanidad debe aventurarse ahí afuera. Cuando los primeros hombres y mujeres pisen Marte, yo estaré allí, ya sea viéndolo en mi televisor o mirando desde las estrellas”.

Fuente: Muy interesante, (2009)

Por qué cuando llueve se forma un arco iris y no otra foma?

 En ocasiones, cuando nos encontramos frente a una cortina de agua de lluvia con el Sol a nuestra espalda, podemos observar un fenómeno óptico conocido como arco iris. Pero no solamente en la lluvia, también en la neblina o en una cascada o, en general, frente a agua lo suficientemente pulverizada.
Este efecto se debe a que las gotas de agua se comportan como prismas y descomponen la luz que las atraviesa en todos los colores del espectro luminoso. ¿Y cómo es eso?
Cuando un rayo de luz topa con un objeto, determinadas longitudes de onda son absorbidas mientras otras son reflejadas. El color asociado a aquellas que rebotan es el que nuestros ojos perciben y por ello decimos que el objeto en cuestión es de determinado color. Ahora bien, cuando el objeto con el que la luz topa no es sólido o bien siéndolo no opone resistencia o pone poca al paso de la luz (objetos transparentes o translúcidos) la luz los atraviesa. Pero este cambio en el medio de propagación provoca un cambio en su velocidad, lo que se nos muestra como un cambio de dirección de aquellos rayos de luz que inciden oblicuamente.
La siguiente imagen aclarará lo dicho.
Refracción y dispersión
El rayo de luz incide oblicuamente sobre la superficie del agua y, al atravesarla sufre la refracción que se concreta en un cambio del ángulo con respecto a la perpendicular. Pero cada una de las diferentes longitudes de onda que componen la luz blanca se ve refractada de diferente manera porque la velocidad de propagación es diferente para cada una de ellas. Esto se traduce en diferentes ángulos de refracción para cada una en un fenómeno que se conoce como dispersión de la luz, mostrando a nuestros ojos el espectro de luz visible del rojo al violeta, cuando el rayo ya ha atravesado el medio líquido (en este caso la gota de agua) que se ha comportado como un prisma.
También, casi sin pretenderlo, hemos dado respuesta a la cuestión de ordenación de los colores, y ya sabemos por qué el rojo se encuentra en el extemo superior y el violeta en el inferior: el rojo tiene la longitud de onda más larga y el violeta la más corta.
Pero no siempre que llueve vemos el arco iris. ¿Cuándo lo vemos y cuando no?

En la imagen de la izquierda se puede ver la luz del Sol incidiendo oblicuamente sobre la superficie de la gota y refractándose al cambiar de medio de propagación. Después se refleja en el fondo cóncavo de la parte posterior de la gota y vuelve a refractarse al salir de ella.Por supuesto que no toda la luz se refracta o se refleja. Cuando el rayo de luz topa con la gota se refracta, pero otra parte se refleja. Cuando se refleja en la pared posterior de la gota una parte de luz se refracta al pasar al aire, Y en la última refracción también se produce reflexión. Ocurre que ahora no las tenemos en cuenta para simplificar y que el ejemplo se comprenda mejor. Al igual que tratamos la gota de agua como un círculo cuando en realidad es una esfera.Ahora bien, ya sabemos que la cortina de agua debe estar frente a nosotros (y alrededor según el caso, pero cuenta la parte que tenemos enfrente que es donde se mostrará el arco iris) y que el sol debe estar a nuestra espalda y por encima de nosotros. Pero el arco no ocupa todo el cielo y tampoco lo hace siempre. Todas las gotas dispersan el agua, pero solamente apreciamos el efecto en algunas de ellas. Concretamente aquellas cuyo rayo refractado forma un ángulo de 40º a 42º teniendo en cuenta la línea que representa la incidencia de luz solar y la línea imaginaria que une el rayo refractado con el ojo del observador.
Expliquemos esto un poco mejor.
Una determinada gota de agua refracta la luz y la devuelve al observador formando un ángulo mayor de 42º o menor de 40º, lo que se corresponde a una longitud de onda no visible. Resultado: no vemos nada reflejado.
Una determinada gota de agua refracta luz y la devuelve al observador formando un ángulo que va de 40º a 42º, lo que se corresponde con el espectro de luz visible. Resultado: vemos el arco iris.
Esto quiere decir que una gota que refracte la luz solar con un ángulo de 42º la veremos de color rojo (a ella y a todas aquellas con la misma característica) y a la que lo haga con un ángulo de 40º la veremos de color violeta (a ella y a todas aquellas con la misma característica). O lo que es lo mismo, veremos unas gotas de color rojo, “unas cuantas gotas más abajo” las veremos de color naranja, “unas cuantas gotas más abajo” las veremos amarillas… y así hasta completar los siete colores del arco iris en el espacio de 2º de arco.
¿Y por qué no las vemos dispuestas en línea recta como si se tratase de un pentagrama, o en forma triangular, o cuadrada, o en forma de estrella, por poner unos ejemplos?
Pues no, apreciamos el efecto en forma de arco —aunque en realidad es un círculo que el horizonte no nos permite contemplar en su totalidad— debido a que la gotas de agua que se nos muestran están dispuestas de esa manera, es decir, en círculo, Y ese círculo es la base de un cono con vértice en los ojos del observador y con un eje paralelo a los rayos del sol que inciden en las gotas, tal como muestra la imagen.


Nota sabionda: En realidad el número de reflexiones que se producen en el interior de la gota pueden ser más de dos (dependiendo de por dónde entre la luz) lo que puede dar lugar a la aparición de dos arcos iris: el primario más fuerte e interior y el secundario más débil y exterior y con los colores en orden invertido. 

Nota sabionda: Como el ángulo para ver el arco iris siempre es de 40º-42º, cuanto más bajo esté el sol más alto se ve el arco iris, llegando a convertirse el arco visible en una circunferencia cuando el sol está sobre el horizonte.

Fuente: www.sabercurioso.es

Leyendas de la Torre de Hércules

La Torre de Hércules (Coruña) siempre ha sido fuente de mitos y leyendas, relatos que se han ido trasmitiendo de generación en generación a lo largo de los siglos.

Una de las más famosas es la siguiente: 
Leyenda de Gerión
Recogida en la Crónica General de Alfonso X el Sabio en el siglo XIII, cuenta la leyenda que existía en estas tierras un gigante llamado Gerión que tenía aterrorizados a todos sus habitantes.
Llegó a aquellas tierras Hércules, hijo de Zeus, y mandaron un enviado para pedirle ayuda. Hércules aceptó la demanda y retó a Gerión a luchar con él.
Tras una dura lucha, Hércules vence y mata a Gerión, le corta la cabeza y sobre ella manda construir una torre con una gran antorcha en su cumbre conmemorando su victoria.
Luego hizo poblar una villa cerca del lugar y mandó que se escribieran los nombres de los que vinieran a poblarla. Se dice que la primera persona en habitar estas tierras ya libres fue una mujer llamada Cruña, cuyo nombre bautizaría la ciudad. Desde 1.448 en el escudo de A coruña aparecen representadas la Torre de Hércules y la calavera del tirano Gerión.

Leyenda del espejo
Se dice que el rey Hispán, sobrino de Hércules, de gran sabiduría, hizo colocar en lo alto de la torre un gran espejo mágico. con él, la población vigilaba la llegada de naves amigas o enemigas.
Ith y Breogán
En el libro de las Invasiones, escrito por monjes irlandeses en el siglo XII, aparece una leyenda que cuenta como el rey Breogán funda la ciudad de Brigantia, y junto a ella una gran torre.
Una clara noche de invierno ITH, uno e los diez hijos de Breogán, divisa desde la Torre las costas de Irlanda y decide poner rumbo a ellas para su conquista. Pero ITH es asesinado y su cuerpo es devuelto a Brigantia.
Será su hermano MIL quién al frente de un gran ejército llegue a Irlanda, y tras vencer a sus pobladores, los THUATHA-DE-DANNAN, conquiste el país.
Otras leyendas e Historia realSe puede decir que La Torre de Hércules no está en La Coruña, sino que La Coruña está en la Torre de Hércules, ya que seguramente, porque nos perdemos en la nebulosa de los tiempos, la ciudad nació y creció en torno al faro construido por los romanos para intentar superar su secular miedo a internarse en ese inmenso mar que significaba para ellos el Finis Terrae, el fin de la Tierra. Los romanos llegan a Galicia en el siglo II a. C.. En el año 62 a. C. es el propio Julio César quien llega a Brigantium (La Coruña actual), por la llamada ruta de los metales, para establecer el comercio con Francia, Inglaterra, Portugal y otros países europeos. Esa es la razón principal de la construcción de la Torre de Hércules, el "pharum", en el mismo lugar donde se ubica la torre actual pero con un aspecto muy distinto. 

Hay leyendas que atribuyen el faro a los celtas, pero seguramente son eso, leyendas. La historiografía actual no cree verosímil la invasión de Irlanda por parte de gallegos; aunque los vínculos celtas entre las culturas irlandesa y gallega son evidentes, la Torre de Hércules no es uno de ellos. Otra hermosa leyenda atribuye su construcción al mismísimo Hércules, un superhéroe de la época, ya que también colocó a los 2 lados del Estrecho de Gibraltar las famosas columnas de Hércules. Se cuenta que Gerión era perseguido por Hércules por haber deshonrado a su hermana; el viaje desde la costa gaditana subiendo el atlántico, hasta llegar a un terreno abrupto donde pasó la noche escondido en una cueva. Hércules no cesó en la búsqueda y lo encontró dormitando. Lo despertó y se batieron en una lucha a muerte de la que Hércules resultó vencedor. Para conmemorar su victoria el héroe mandó construir una torre y ordenó tallar en el faro los nombres de las personas que admiraran su obra. La primera mujer se llamó Crunna, y así fue como nació la ciudad de Coruña. Realmente hermosa.
La realidad más prosaica es que entre los S.I y II se comenzó su construcción, gracias a la traducción que Hubner hizo en 1861 de la placa que se encontraba las cercanías del faro y actualmente en su interior. La inscripción dice: MARTI AVG. SACR C. SEVIVS LVPVS ARCHITECTVS AEMINIENSIS LVSITANVS EX V° La traducción sería: "Consagrado a Marte Augusto. Gaio Sevio Lupo, arquitecto de Aeminium (junto a la actual Coimbra), Lusitano, en cumplimiento de una promesa". La torre original seguramente era circular y con la rampa de acceso en su exterior, para acarrear la leña que servía para hacer el fuego que orientaba a los marineros.

Luego llegarían las lámparas de aceite, los espejos, el vidrio y partir de 1920, la poderosa luz eléctrica supuso el cambio definitivo, ya que una simple bombilla de 250 watios llegaba más lejos que cualquier otra tecnología. Los flashes de xenón, similares a los utilizados en fotografía, fueron otro avance importante. La planta de la Torre es cuadrada y el interior tiene un eje central cruciforme con tres plantas en cuatro habitaciones cada una, muy altas, con bóvedas de medio cañón. Amaro Antúnez, arquitecto del siglo XVII, tuvo que perforar las bóvedas para instalar una escalera, y la escalera interior actual es de Eustaquio Giannini. De la época romana ha desaparecido el remate superior en forma cliíndrica, que disponía de cúpula, y la rampa exterior. La primera mención escrita sobre la torre es del siglo V, en la obra Historiarum adversus paganum libri septem, del escritor eclesiástico lu­sitano Pablo Osorio, discípulo de San Agustín, el primer intento de una historia universal desde el punto de vista cristiano. Su cita dice que "el segundo ángulo de Hispania está orientado al Norte, donde la ciudad galaica de Brigantia eleva para observación (del mar) de Britania su faro altísimo y digno de mención entre muy pocas cosas". El aspecto actual se debe a la restauración terminada en 1790 por Carlos III al ingeniero Eustaquio Giannini, ya que la Torre había quedado muy deteriorada después del ataque del pirata Drake a La Coruña. Las desgastadas paredes fueron forradas con sillares de granito de sesenta centímetros de espesor, así que la pared tiene hoy un grosor de 2,15 metros. Los sillares originales y la rampa exterior sirvieron para construir varias fortificaciones e iglesias, entre ellas se dice que la iglesia de Santiago en la Coruña.
El remate octogonal que ocupa la parte superior de la torre es también de esta época; sostiene la linterna del faro actual que brilla con luz blanca desde 1927 con un alcance de 23 millas, unos 40 km; el radiofaro marca la letra L en morse. Cada faro en el mundo tiene una señal propia, y las variables que la hacen única son el color, la intensidad y el tiempo entre destellos. Los modernos sistemas actuales, el radar, el posicionamiento hiperbólico y sobre todos los precisos sistemas de satélite (GPS: Sistema de Posicionamiento Global) han convertido a los faros en simples complementos de la navegación y reliquias en muchos casos Es un bello diseño neoclásico que abriga en su alma el original romano, lo que le ha permitido iluminar durante casi 2.000 años a todos los coruñeses, marinos y navegantes, y ser mudo testigo de grandes tragedias marítimas que le hicieron llorar lágrimas negras. Destruido el faro de Alejandría, una de las 7 maravillas de la antiguedad, la Torre de Hércules tomó su relevo como el faro más antiguo del mundo en funcionamiento, tarjeta de visita más que suficiente para que le sea concedido el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad. Probablemente el estudio histórico más completo sobre la Torre de Hércules fue el publicado por el historiador coruñés José Cornide en 1792, y en estos momentos se ha presentado ya la documentación por parte de la Fundación Instituto Torre de Hércules al Ayuntamiento de La Coruña, que la ha tramitado a las autoridades estatales para que se presente a la UNESCO


 Fuente:www.turismoenxebre.com