martes, 19 de marzo de 2013

Historia de la escalera


 
Las escaleras son una de las construcciones mas antiguas en la historia de la arquitectura, éstas siempre han jugado un papel central en la historia de la humanidad, aunque resulta difícil decir exactamente en que año nacieron, se estima su aparición hacia el año 6000 antes de cristo. Estas parecen cambiar de forma con el cambio de las eras arquitectónicas, reflejando las tendencias utilizadas en las distintas eras y revelando el talento de quienes las diseñaron. 
Las primeras escaleras en la historia eran precarios troncos encastrados entre si que se utilizaban para adquirir posiciones estratégicas para la supervivencia. En un sentido básico, el primer uso que se le dio a las escaleras fue el de superar las dificultades que presentaba el terreno, como valles o montañas, el objetivo era poder transitar estos accidentes geográficos lo mas rápido posible, moverse hacia arriba significaba a menudo moverse a un lugar de mayor seguridad, entonces, esto podría haber significado en esa época la diferencia entre la vida y la muerte, era entonces muy importante, poder moverse rápidamente, de ahí la importancia de las escaleras. 

 
















En la historia de las escaleras estas surgieron primero como solución a un problema concreto, aunque años después se encontró en China la primera escalera de granito que llevaba a la montaña sagrada en Tai Shan, esto indica que una de las utilidades que se le dio a las escaleras en su historia fue con fines religiosos. Confucio en una de sus historias dice haber subido esta escalera hasta la cima en el año 55 antes de cristo. La escalera servía en sentido figurado para ascender a la altura divina, como conexión entre la tierra y el cielo. Otros ejemplos de escaleras construidas con fines religiosos son: la escalera bíblica de Jacob, la torre de babel, la cual era una torre helicoidal, las pirámides de Egipto que contaban con escalones, la llamada escalera celestial de Shantung en China y las escaleras astronómicas de la India, una particularidad de las escaleras de la India es que estas tenían también utilidades científicas además de religiosas. Todas estas escaleras tienen algo en común, estas simbolizan el ascenso y entrega hacia la luz, el sol, y hacia el camino de los dioses. 


Luego nacieron las primeras escaleras caracol que se utilizaban en castillos por razones militares, la proliferación de escaleras caracol en los castillos de debió al hecho de poder brindar posiciones estratégicas a los soldados que defendían el castillo, estas escaleras caracol solían construirse sin barandas y dando ventaja al soldado que se encontrara en la parte superior, este tendría suficiente espacio para poder maniobrar su espada con la mano derecha, por el contrario, el soldado ubicado en la parte inferior tendría bloqueado parte del rango de movimiento de su mano derecha por la pared, y además, su cabeza estaría a una altura fácil de alcanzar por su adversario, lo que lo hacia un blanco fácil, el hecho de no utilizar barandas no era casual, dado que el objetivo era poder empujar al adversario al vacío. 

Las escaleras en la antigüedad

El final del siglo XIX es considerado por muchos como la era de oro de la construcción de escaleras, Peter Nicholson desarrolló un sistema matemático para escaleras y barandas acercando el arte de las escaleras a los trabajadores de la madera y el metal. Para fines de 1980 Eva Jiricna de Londres comenzó a diseñar escaleras en vidrio y acero inoxidable lo que daba a las escaleras un aspecto futurista y elegante.
Hoy en día es cada vez más común salir del diseño convencional de hierro y madera y pasar a materiales distintos como el acero inoxidable, el vidrio, y el titanio. 


 Os dejo una lista con algunas de las escaleras más impresionantes del mundo. Un verdadero reto al vértigo. Creadas aprovechando los recovecos de montañas y accidentes geográficos, y en ocasiones directamente en el propio terreno a recorrer. Distribuidas en distintos lugares del planeta, estas son “Las Escaleras más Sorprendentes del Mundo”:
Las escaleras al cielo (Monte del Esplendor)


Las escaleras al cielo Monte del Esplendor - China

Es el sistema de escaleras más grande del mundo y está situado en el Monte Hua o Monte del Esplendor. Hua es una de las cinco montañas sagradas de China y una de las atracciones turísticas más populares de éste país.


Monte Huashan Hiking Trail

Subir estas escaleras representa un verdadero desafío. Muchos desisten por la interminable cantidad de escalones y las dificultades que representa hacerlo. Algunas de las escaleras que conforman ésta larga caminata de 6 km. tienen un ángulo muy elevado para subirlas. Aun así, el ascenso al monte Hua es una de las actividades más excitantes del mundo para los amantes del trekking.





Tianmen Shan (La Montaña de la Puerta al Cielo)

La Montaña de la Puerta al Cielo
 

Tianmen Shan (La Montaña de la Puerta al Cielo) es una cueva de arco natural erosionada a través de un sinclinal. Está localizada a más o menos 8 km al sur de la ciudad de Zhangjiajie (anteriormente Dayong) en la provincia norteña de Hunan, China. Se llega a esta desde Zhangjiajie usando lo que puede ser el Skytram más largo del mundo (7.5 km) y el cual conecta con un viaje en bus por un camino con mucho viento, seguido por unas escaleras con 999 escalones.


Los escalones de la cascada



Ubicadas en el denominado Bosque Negro, en Wurzburg, Alemania. Como salidas de un cuento de Hans Christian Andersen, tenebrosas y magníficas, estas escaleras se dirigen a una cascada y otorgan una vista que hace que sean fotografiadas por miles de turistas todos los años.


Los Peldaños del Cañón

Peldaños del Cañón
 

Localizadas en Pailon del Diablo, en Ecuador. Pensadas para descender hasta el fondo de una de las cascadas más famosas de Sudamérica, el camino, sumido en la niebla en muchas ocasiones, es sumamente resbaladizo y empinado durante varias decenas de metros, hasta un mirador donde se puede comprobar un efecto espectacular, acompañado de colibríes, gaviotas y otras aves locales.



El pozo de Chand Baori

Chand Baori
 

Estas escaleras pertenecientes al Templo de Chand Baori llevan hasta un enorme pozo, construido en el siglo X para paliar la falta de lluvias en la región y acumular agua para largas temporadas. La estructura tiene un total de 3.500 escalones y bajan hasta una profundidad de 30 metros .


Escaleras de las montañas de Elbe Sandstone


Dresde-Alemania-Escaleras

En Dresde, Alemania nos encontramos con éstas peculiares escaleras talladas en la propia piedra de estas montañas. Datan del siglo 13 y han sido erosionadas por el viento y el agua, pero ahí siguen, siendo utilizadas a diario por las turistas. 487 escalones que, aunque no lo parezca, fueron restaurados y ampliados en el siglo XVIII para facilitar su tránsito.


El Peñón de Guatapé

El Peñón de Guatapé
 

Localizadas en la localidad de Antioquia, Colombia se erige un auténtico monolito de piedra de 220 metros de altura. Los escalones están construidos con cemento, directamente sobre la roca y aprovechando una curiosa hendidura que facilitaba situar la estructura. Unos 702 escalones son los que hay que recorrer para llegar a su cima.


La escalera Haiku


 

En Oahu, Hawai, éstas escaleras de metal de la pequeña isla de Oahu tiene 3.922 escalones, que suben, cruzan y bajan por una colina de 850 metros . Fueron creadas para facilitar la instalación de una antena en 1942. En principio de madera, se modernizaron en los 50, pero desde 1987 están cerradas al público.



Escalera Vía Crucis



Esta interminable hilera de escaleras se encuentran en Bermeo, País Vasco, España y une con la costa el peñón donde se encuentra una pequeña iglesia datada en el siglo X y que parece ser de origen templario. Para llegar a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe hay que subir 231 peldaños y existen huecos en los escalones que son identificados como las huellas del propio San Juan, a los que se les otorga diferentes poderes curativos. Por ejemplo, hay que meter los pies en ellos como solución para los callos o se dejan sombreros, pañuelos o chapelas, para curar el dolor de cabeza.


Escalera de caracol en las montañas de Taihang


 

Ubicadas en la demarcación entre las provincias de Shanxi y Henan, en China, esta escalera de caracol de casi 100 metros de altura se han instalado recientemente con la intención de atraer a miles de turistas al año a las bellas montañas de Taihang.



Antes de acometer la ascensión se pide a los visitantes que firmen formularios que aseguren que no tienen problemas del corazón o de pulmones; y que son menores de 60 años. Y es que un resbalón en una escalera metálica tan estrecha sin duda te puede llevar al cielo, como dice la canción de los Led Zeppelin.


Wayna Pichu



Estas escaleras talladas en una roca que coronan un ascenso de unos 360 metros desde el propio Machu Pichu, Perú. En algunos tramos, el ascenso se complica al pasar por tramos angostos y con escalones pequeños y erosionados. El tiempo calculado de ascenso está entre una hora y 90 minutos. Se dice pronto: ¡90 minutos subiendo escaleras! Tan solo se permite el ascenso a 400 turistas al día y se cierra el acceso a partir de la 1 de la tarde. Por si acaso.


El Camino Inca

camino del inca

Este impresionante recorrido se encuentra en Perú. Se trata de un antiguo camino comercial que unía Cuzco con la ciudad de Machu Pichu. Por la accidentada geografía de la zona, el camino inca obligaba a dar rodeos y vueltas para evolucionar entre montes y montañas. El resultado: kilómetros y kilómetros de escalones, en algunos casos de gran precariedad, como las famosas escaleras flotantes.

Escaleras flotantes en el camino del inca
Escaleras flotantes en el Camino del Inca




Pero también hay escalera más "modernas":

Las escaleras de los Museos Vaticanos son una obra de arte más que añadir a la Capilla Sixtina, el Laocoonte o los Dalí y Miró que a menudo pasan desapercibidos, porque todo el mundo sigue las flechas hacia la gran obra pictórica de Miguel Ángel.

Escalera de Bramante en el Vaticano
Escalera de Bramante del Vaticano

Esta increíble escalera que en un genial efecto óptico parece que no va a terminar nunca es obra de Donato d’Angelo Bramante, que ha pasado a la posteridad como Bramante. Vivió a caballo entre los siglos XV y XVI, y fue uno de los arquitectos italianos más reconocido, por ser el ideólogo de la Basílica de San Pedro.Bramante fue además quien introdujo el Renacimiento en Milán y realizó obras tan hipnóticas como esta escalera que emula las espirales del ADN. El efecto “infinito” lo consigue la doble hélice enrollada hacia la derecha. En realidad, cuando nos asomamos a la escalera, si nos fijamos, vemos que en realidad no es una sóla escalera, sino dos enroscadas. Una de ellas es para bajar y otra para subir.
La escalera se encuentra a la salida de los Museos Vaticanos, en realidad, es la última obra de arte que se contempla en las galería y el visitante se lleva de recuerdo esta espiral sin fin. Si la escalera está practicamente vacía, como en la foto, es más difícil de descubrirle el truco al artista, pero si circula gente, que es lo habitual, el secreto está en fijarnos en que una de las espirales está llena de personas – la de bajada – y otra casi vacía, – la de subida -, porque está cerrada al público.
Escaleras Sin Fin («Endlose Treppe»), Munich
Esta escultura de metal es una maravillosa obra de arte diseñada por Olafur Eliasson. Se trata de una hermosa creación de diseño y arquitectura, en forma de escalera con doble espiral, cual si se tratara de una cinta de Moebius, de nueve metros de altura. Se encuentra ubicada en la entrada del edificio de la KPMG, una firma alemana, en Munich, Alemania. La escalera es llamada, Umschreibung (Reescritura) y su construcción fue terminada en 2004
 





Escaleras Appel Store 
 
La patentes de Apple no se limitan a sus dispositivos móviles. Una de esas patentes es la ya mítica escalera de vidrio presente en muchas de las Apple Store de todo el mundo, como la de Nueva York o París. Apple registró esta patente en agosto de 2003.



Las escaleras y la literatura:

Historia de una escalera, Antoni Buero Vallejo


La obra cuenta la convivencia diaria de cuatro familias que viven en una "modesta casa de vecindad" entre pobreza y humillaciones, enfrentamientos, a veces violentos, murmuraciones… durante treinta años. 
El escenario muestra dos rellanos, en el segundo de los cuales (correspondiente al quinto piso) hay cuatro puertas. El primero, “el casinillo”, es lugar de intimidad entre los amigos o los novios.

DOMICILIOS

Puerta I: viven la señora Generosa con su marido, el señor Gregorio, y sus hijos, Carmina y Pepe.

Puerta II: don Manuel, hombre con una buena posición económica y su hija Elvira.

Puerta III: la señora Paca, con su marido el señor Juan, y sus hijos Urbano, Rosa y Trini.

Puerta IV: doña Asunción y su hijo Fernando.






PRIMER ACTO

Vemos a los vecinos pagando con dificultades el recibo de la luz, cada uno muestra su personalidad: Generosa paga con resignación, Paca protesta, insulta y paga; Asunción se disculpa y don Manuel, avisado por su hija Elvira, que ama a Fernando, le paga la factura. Pide a su padre que saque a Fernando de la papelería y que lo emplee en su agencia. Fernando, gandul y ambicioso, apenas acude al trabajo; él y su madre creen que el mundo de la papelería se le queda pequeño, aspira a ser delineante e ingeniero, lee, escribe poemas.

Fernando y Carmina están enamorados, Urbano quiere a Carmina.

Fernando y Urbano, aunque son amigos, tienen fuertes enfrentamientos ideológicos. Urbano cree en la unidad del sindicalismo, la mejora de sus condiciones de vida depende de la ayuda mutua, la solidaridad. Cree que su vecino es un soñador, incapaz de un gran esfuerzo individual, trabajar en faenas complementarias, trabajar hasta la madrugada… para enriquecer.

Fernando quiere subir solo, sin ayuda de nadie. Se retan para ver en diez años quién consiguió sacar adelante sus ilusiones.

Pepe ronda a Rosa que lo quiere. Urbano discute con su hermana y la madre llega a pegarle por ello. Doña Paca y Doña Generosa se conduelen de la mala suerte que tienen con sus hijos Rosa y Pepe

Este acto termina con la declaración de amor de Carmina y Fernando, quien promete a su novia trabajar, estudiar, ganar mucho dinero y casarse con ella. Se derrama el contenido de la lechera que ella subía a casa, como signo de malos augurios.






SEGUNDO ACTO

Pasaron diez años. La casa sigue sucia, pobre, sin timbre, sin limpiar los cristales del descansillo.

Generosa y Carmina lloran la muerte del esposo y padre, respectivamente, el señor Gregorio. El señor Juan reflexiona sobre la muerte, sufre por la situación de pobreza en que quedan las dos mujeres y piensa en Pepe, un desaprensivo.  

Fernando y Elvira ya están casados y tienen un bebé. Elvira viste pobremente (están arruinados), ha perdido toda la ilusión por su marido y le reprocha que no haya llegado a nada en la vida, que viviera de su padre, don Manuel, y se hubiera casado por dinero.

Pepe, ajeno al sufrimiento de la casa y la muerte de su padre, llega tras pasar la noche fuera, vive con Rosa, pero la hace profundamente desgraciada. Mientras Pepe piropea a Trini, Urbano se pelea con él hasta que Rosa, desconsolada, los separa; pero interviene en la pelea también el señor Juan, que habla con desprecio a su hija.

Ante la situación en que se quedan madre e hija, Urbano declara su amor a Carmina, quien acepta por agradecimiento.

Trini y su padre hablan de Rosa. El padre la considera una “golfa”, pero su hermana sabe que no se prostituye y que vive con Pepe por amor; a pesar de que él le pega y la humilla, Rosa no soporta la idea de que Pepe la abandone. El señor Juan entrega dinero para Rosa a Trini, quien debe dárselo sin que se sepa su procedencia. Conversan las hermanas y Trini hace ver a Rosa que, aunque el padre está enfadado con ella, la sigue queriendo y que el dinero en realidad procede de los cafés y las copas que el anciano fue ahorrando.

Elvira y Fernando discuten. Ella no quiere dar el pésame a la familia del difunto porque siente celos de Carmina. Cuando se encuentran ambas parejas, en la puerta, sus comportamientos están entre el cinismo y las falsas apariencias, el amor fingido.








TERCER ACTO

Pasaron veinte años más. Es la época actual, es decir, años cuarenta. Sigue siendo una casa humilde, pero con algunas mejoras: la ventana del descansillo tiene una vidriera de colores, las paredes están blanqueadas, hay timbres en las viviendas y una placa metálica donde se lee “Quinto piso”. Los vecinos echan de menos un ascensor.

Presenta el tercer acto Paca, anciana de una obesidad enfermiza, fatigada por la vida y la soledad, única superviviente de la primera generación; por su charla se sabe que han muerto su marido Juan y Generosa; solo le queda el consuelo de su nieta.

Las puertas cuarta y primera son ahora la vivienda de dos nuevos convecinos, uno más joven que otro, bien vestidos, pluriempleados, que salen a trabajar a sus oficinas y tienen además otros negocios con los que prosperan. Se quejan de los antiguos vecinos, de rentas bajas, que ocupan los mejores pisos, ideales para montar despachos. Hablan de los nuevos modelos de coches. Representan otra mentalidad y otro modo de vida.

En la tercera puerta, la casa de la señora Paca, viven Urbano y Carmina, están casados (aunque su matrimonio ha sido un fracaso: ella enferma del corazón y cargada de amargura y desilusión; él, paciente, deseando haber encontrado en su mujer el amor de su vida) y tienen una hija de dieciocho años, Carmina, alegre, cariñosa con la abuela, desenvuelta. Con ellos, las hermanas de él, Rosa (que fue abandonada por Pepe y siente la tristeza de no haber sido madre) y Trini, ambas muy unidas, pero fracasadas, dominadas por la pena y la desilusión.

La puerta segunda, es la casa de Elvira y Fernando y sus dos hijos: Fernando, de veintiún años, y Manolín. Este cumple doce años; es zalamero, cariñoso, caprichoso, fuma sus primeros cigarrillos, pícaro; está enamorado de Trini que lo mima como a un hijo.

Las relaciones entre los dos matrimonios son muy tensas.

Carmina hija y Fernado hijo, están enamorados, pero sus padres se oponen a esta relación. A ella la amenazan y le pegan para que no salga con él. Carmina, intimidada, respetuosa y sumisa, no acude a las citas. Fernando, más impetuoso, no teme la autoridad ni el escándalo, se rebela contra la prohibición, cansado de los rencores y prejuicios de los mayores, defiende su amor ante su padre tras haber sido calumniado por su vengativo hermano Manolín, que lo acusa de besarse en el descansillo con Carnina.

Urbano y Fernando se pelean en la escalera por este hecho. Se cruzan los insultos entre las familias: Carmina va a ser comparada con la pasada liviandad de Rosa y a Fernando lo tratan como a un vividor, cazador de dotes. Elvira desprecia públicamente a su marido que baja las escaleras derrotado.






Tras esta situación violenta y penosa, Carmina y Fernando, hijos, corren a abrazarse en el casinillo. La obra termina con la declaración de los jóvenes que quieren luchar por su amor. “Tenemos que ser más fuertes que nuestros padres. Ellos se han dejado vencer por la vida.” “Abandonaremos este nido de rencores y de brutalidad.” Fernando repite las mismas palabras que su padre al final del acto segundo: sueña con trabajar para los dos, ser aparejador, ingeniero, ganar dinero…

Contemplan la escena Carmina, madre, y Fernando padre que cruzan sus miradas “cargadas de una infinita melancolía”.  





Fragmento:
 
Un tramo de escalera con dos rellanos, en una casa modesta de vecindad. Los escalones de bajada hacia los pisos inferiores se encuentran en el primer término izquierdo. La barandilla que los bordea es muy pobre, con el pasamanos de hierro, y tuerce para correr a lo largo de la escena limitando el primer rellano. Cerca del lateral derecho arranca un tramo completo de unos diez escalones. La barandilla lo separa a su izquierda del hueco de la escalera y a su derecha hay una pared que rompe en ángulo junto al primer peldaño, formando en el primer término derecho un entrante con una sucia ventana lateral. Al final del tramo la barandilla vuelve de nuevo y termina en el lateral izquierdo, limitando el segundo rellano. En el borde de éste, una polvorienta bombilla enrejada pende hacia el hueco de la escalera. En el segundo rellano hay dos puertas: dos laterales y dos centrales. Las distinguiremos, de derecha a izquierda, con los números I, II, III y IV.

...
DOÑA ASUNCIÓN.-¿Te he dicho que padre de Elvira nos ha pagado el recibo de la luz?
FERNANDO.-(Volviéndose hacia su madre.) ¡Sí! ¡Ya me lo has dicho! (Yendo hacia ella.) ¡Déjame en paz!
DOÑA ASUNCIÓN.- ¡Hijo!
FERNANDO.-¡Qué inoportunidad! ¡Pareces disfrutar recordándome nuestra pobreza!
DOÑA ASUNCIÓN.- ¡Pero, hijo!
FERNANDO.-(Empujándola y cerrando de golpe.) ¡Anda, anda para adentro!

Con un suspiro de disgusto, vuelve a recostarse en el pasamanos. Pausa. URBANO llega al primer rellano. Viste traje azul mahón. Es un muchacho fuerte y moreno, de fisonomía ruda, pero expresiva: un proletario. FERNANDO lo mira avanzar en silencio. URBANO comienza a subir la escalera y se detiene al verle.
URBANO.-¡Hola! ¿Qué haces ahí?
FERNANDO.-Hola, Urbano. Nada.
URBANO.-Tienes cara de enfado.
FERNANDO.-No es nada.
URBANO.-Baja al «casinillo». (Señalando el hueco de la ventana.) Te invito a un cigarro. (Pausa.) ¡Baja, hombre! (FERNANDO empieza a bajar sin prisa.) Algo te pasa. (Sacando la petaca.) ¿No se puede saber?
FERNANDO.-(Que ha llegado.) Nada, lo de siempre... (Se recuestan en la pared del «casinillo». Mientras hacen los pitillos.) ¡Que estoy harto de todo esto!
URBANO.-(Riendo.) Eso es ya muy viejo. Creí que te ocurría algo.
FERNANDO.-Puedes reírte. Pero te aseguro que no sé cómo aguanto. (Breve pausa.) En fin, ¡para qué hablar! ¿Qué hay por tu fábrica?
URBANO.-¡Muchas cosas! Desde la última huelga de metalúrgicos la gente se sindica a toda prisa. A ver cuándo nos imitáis los dependientes.
FERNANDO.-No me interesan esas cosas.
URBANO.-Porque eres tonto. No sé de qué te sirve tanta lectura.
FERNANDO.-¿Me quieres decir lo que sacáis en limpio de esos líos?
URBANO.-Fernando, eres un desgraciado. Y lo peor es que no lo sabes. Los pobres diablos como nosotros nunca lograremos mejorar de vida sin la ayuda mutua. Y eso es el sindicato. ¡Solidaridad! Ésa es nuestra palabra. Y sería la tuya si te dieses cuenta de que no eres más que un triste hortera. ¡Pero como te crees un marqués!
FERNANDO.-No me creo nada. Sólo quiero subir. ¿Comprendes? ¡Subir! Y dejar toda esta sordidez en que vivimos.
URBANO.-Y a los demás que los parta un rayo.
FERNANDO.-¿Qué tengo yo que ver con los demás? Nadie hace nada por nadie. Y vosotros os metéis en el sindicato porque no tenéis arranque para subir solos. Pero ése no es camino para mí. Yo sé que puedo subir y subiré solo.
URBANO.-¿Se puede uno reír?
FERNANDO.-Haz lo que te de la gana.
URBANO.-(Sonriendo.) Escucha, papanatas. Para subir solo, como dices, tendrías que trabajar todos los días diez horas en la papelería; no podrías faltar nunca, como has hecho hoy...
FERNANDO.-¿Cómo lo sabes?
URBANO.-¡Porque lo dice tu cara, simple! Y déjame continuar. No podrías tumbarte a hacer versitos ni a pensar en las musarañas; buscarías trabajos particulares para redondear el presupuesto y te acostarías a las tres de la mañana contento de ahorrar sueño y dinero. Porque tendrías que ahorrar, ahorrar como una urraca; quitándolo de la comida, del vestido, del tabaco... Y cuando llevases un montón de años haciendo eso, y ensayando negocios y buscando caminos, acabarías por verte solicitando cualquier miserable empleo para no morirte de hambre... No tienes tú madera para esa vida.
FERNANDO.-Ya lo veremos. Desde mañana mismo...
URBANO.-(Riendo.) Siempre es desde mañana. ¿Por qué no lo has hecho desde ayer, o desde hace un mes? (Breve pausa.) Porque no puedes. Porque eres un soñador. ¡Y un gandul! (FERNANDO le mira lívido, conteniéndose, y hace un movimiento para marcharse.) ¡Espera, hombre! No te enfades. Todo esto te lo digo como un amigo.
Pausa.

FERNANDO.-(Más calmado y levemente despreciativo.) ¿Sabes lo que te digo? Que el tiempo lo dirá todo. Y que te emplazo. (URBANO le mira.) Sí, te emplazo para dentro de... diez años, por ejemplo. Veremos, para entonces, quién ha llegado más lejos; si tú con tu sindicato o yo con mis proyectos.
URBANO.-Ya sé que yo no llegaré muy lejos; y tampoco tú llegarás. Si yo llego, llegaremos todos. Pero lo más fácil es que dentro de diez años sigamos subiendo esta escalera y fumando en este «casinillo».
FERNANDO.-Yo, no. (Pausa.) Aunque quizá no sean muchos diez años...
Pausa.

URBANO.-(Riendo.) ¡Vamos! Parece que no estás muy seguro.
FERNANDO.-No es eso, Urbano. ¡Es que le tengo miedo al tiempo! Es lo que más me hace sufrir. Ver cómo pasan los días, y los años..., sin que nada cambie. Ayer mismo éramos tú y yo dos críos que veníamos a fumar aquí, a escondidas, los primeros pitillos... ¡Y hace ya diez años! Hemos crecido sin darnos cuenta, subiendo y bajando la escalera, rodeados siempre de los padres, que no nos entienden; de vecinos que murmuran de nosotros y de quienes murmuramos... Buscando mil recursos y soportando humillaciones para poder pagar la casa, la luz... y las patatas. (Pausa.) Y mañana, o dentro de diez años que pueden pasar como un día, como han pasado estos últimos..., ¡sería terrible seguir así! Subiendo y bajando la escalera, una escalera que no conduce a ningún sitio; haciendo trampas en el contador, aborreciendo el trabajo..., perdiendo día tras día... (Pausa.) Por eso es preciso cortar por lo sano.
URBANO.-¿Y qué vas a hacer?
FERNANDO.-No lo sé. Pero ya haré algo.
URBANO.-¿Y quieres hacerlo solo?
FERNANDO.-Solo.
URBANO.-¿Completamente?

Pausa.

FERNANDO.-Claro.
URBANO.-Pues te voy a dar un consejo. Aunque no lo creas, siempre necesitamos de los demás. No podrás luchar solo sin cansarte.
FERNANDO.-¿Me vas a volver a hablar del sindicato?
URBANO.-No. Quiero decirte que, si verdaderamente vas a luchar, para evitar el desaliento necesitarás...

Se detiene.

FERNANDO.-¿Qué?
URBANO.-Una mujer. 



 Las escaleras y el arte
Esta es la escalera que preside el  Museo de Arte de Filadelfia, ubicado al oeste del Benjamin Franklin Parkway en el Fairmount Park de Filadelfia. Se creó en 1876 ligado a la Exposición del Centenario de ese mismo año y hoy en día se encuentra entre los más grandes e importantes museos de arte de los Estados Unidos.




 
 El nuevo Museo Dalí recientemente hizo su entrada triunfal en Florida, Estados Unidos; y es un hecho que atraerá a los fans de Dalí, a nivel mundial

Su inauguración fue un momento especial: el martes 11 de enero a las 11:11 tuvo lugar la apertura oficial del nuevo museo de Dalí en St Petersburg, Florida. tiene una impresionante escalera de caracol de 75 pies que rinde homenaje a la fascinación de Dalí con la ciencia y la molécula de ADN. 







Cine:

 Escalera al cielo










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